No sabemos con exactitud qué salió mal en la segunda visita de Pablo a los corintios, pero, según su punto de vista, fue un desastre total. Se sintió herido, enfadado y frustrado, por lo que les remitió una carta ferozmente crítica. Sólo a partir de las claves que captamos en las siguientes cartas de Pablo (C y D) podemos discernir lo que habría ocurrido y la reacción de Pablo.
Carta C
2 Cor 10-13: La carta de la reprimenda a los corintios tras la
"dolorosa" visita de Pablo; fue provocada por una confrontación con
otros misioneros a quienes Pablo denomina, con desdén, "superapóstoles".
Fue escrita desde Éfeso (55-56 d.C.); desconocemos quién fue su
emisario.
Carta D
2 Cor 1-7: La carta de reconciliación con la que Pablo prepara su
última visita a Corinto, en la que llevará a cabo la colecta para
Jerusalén [No considero que 6,14-7,1 sea una interpolación o un
fragmento de una Carta A perdida, sino que forma parte integral de la
argumentación de 2 Cor 1-7]. Fue escrita desde Filipos (57-58 d.C.); el emisario fue Tito (o, posiblemente Timoteo).
Lo que si tenemos claro actualmente es que los problemas encontrados por Pablo durante su segunda visita tienen poco que ver con las divisiones tratadas en 1 Cor. Pablo afrontaba un nuevo problema suscitado por la llegada de otros misioneros del movimiento de Jesús, a quienes sólo menciona indirectamente y con desdén. En una ocasión les llama "falsos apóstoles" (11,13) y en dos ocasiones los denomina "superapóstoles" (11,5; 12,11). Con este último término parece burlarse de ellos, en particular porque decían poseer poderes milagrosos especiales, por lo que Pablo se vio obligado a defenderse no tanto sobre bases teológicas (como en la carta a los Gálatas, enviada un poco después), sino sobre la base de sus propios poderes carismáticos (12,12). Al parecer, estos nuevos misioneros habían denigrado los poderes de Pablo e incluso su aspecto físico y su elocuencia (10,10-11; cf. 11,12-15). Pablo reprueba su jactancia injustificada, pero, a continuación, procede a jactarse un tanto de sí mismo (10,12-18; 11,16-21) para llegar a su argumento principal: "Pues creo que no soy nada inferior a esos superapóstoles" (11,5).
Estos nuevos misioneros se parecen bastante a los profetas carismáticos y hacedores de milagros de los primeros días del movimiento de Jesús en Judea. Si lo eran, entonces podrían incluso afirmar que estaban más cerca de Jesús o de los primeros discípulos judíos. Como respuesta, Pablo se jacta de su propia ascendencia judía (11,22) y de sus sufrimientos por Cristo (11,23-33). Finalmente, se vanagloria en nombre de "otro hombre" que subió a los cielos y tuvo una visión apocalíptica de cosas inefables (12,1-4). En realidad se trata también de un dato autobiográfico, pero contado de un modo que lo convierte en una especie de ostentación en la debilidad, que compara con el sufrimiento de Jesús (12,5-10). Concluye con una contundente afirmación del problema:
2 Cor 12,11-13: "11He sido un insensato, vosotros me obligasteis. Hablar en favor
mío debería ser cosa vuestra, pues, aunque yo no sea nadie, en nada soy
menos que esos superapóstoles. 12La marca de apóstol se vio en mi
trabajo entre vosotros , en la constancia a toda prueba y en las
señales, portentos y milagros. 13¿Qué tenéis que envidiar a otras
comunidades, excepto que yo no fui una carga para vosotros? Perdonadme
esta injuria." (Traducción de la Nueva Biblia Española).
Por tanto, el problema reside en que estos misioneros carismáticos han rechazado a Pablo y al menos algunas iglesias domésticas de Corinto los han aceptado y los han acogido. La "visita dolorosa" debe referirse al hecho de que Pablo llegó al mismo tiempo y fue rechazado por uno o más de los patrones de las iglesias domésticas que tenía la esperanza de visitar. Pablo lo interpreta como una traición a su amistad, dado que era él quien los había desposado con Cristo (11,2). También parece situarse a la defensiva con respecto a su relación económica con las iglesias domésticas de Corinto. Tiene que pedirles perdón por no aceptar su dinero en ciertos momentos del pasado. En el fondo está el problema de si seguirán ayudándole de otras formas una vez que su lealtad y patronazgo se ha desplazado a los "superapóstoles". En la sociedad romana, dar y recibir dinero u hospitalidad era un símbolo importante de lealtad y amistad. No era un asunto baladí [El patronazgo y la hospitalidad eran dos elementos muy importantes en la organización social de las iglesias domésticas de Pablo. En adición a la discusión sobre este tema en las primeras cartas, cf., también P. Marshall, Emitií in Corinth: Social Conventions in Paul´s Relations with the Corinthians, Mohr-Siebeck, Tubinga 1987. Hemos de recordar también que la hospitalidad y la ayuda constituían un tópico en las instrucciones sobre la misión del primitivo movimiento de Jesús, tal como aparece reflejado en la fuente Q.].
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Esto puede significar vida eterna, Para Quién/Quiénes (Who), Cuándo (When), Dónde (Where), Por qué (Why), Cómo (How) y Qué (What),