viernes, 6 de diciembre de 2013

Las raíces apocalípticas del movimiento de Jesús.

                 ¿Qué nos enseñan estos escasos elementos sobre la fe, la práctica y las expectativas de los primeros seguidores de Jesús? Hay un texto más tardío que puede darnos una pista adicional. Se trata de La Didajé. o Enseñanza del Señor dada a través de los doce apóstoles, que procede de Siria y data de principios del siglo IId.C. También conserva, transliterada en griego, la fórmula aramea Marana tha (Did 10.6). El hecho de que se utilice en una oración eucarística apoya la idea de que se transmitió como fórmula ya desde los primeros días del movimiento, tal como hemos comprobado en Pablo. También hace referencia explícita a una expectativa apocalíptica: la desaparición de "este mundo (Kosmos)".

                En la predicación paulina anterior también encontramos unas ideas apocalípticas semejantes, tal como puede apreciarse en una afirmación sintética que pertenece a 1 Tes [http://www.1cartaalostesalonicenses.blogspot.com.es/], su primera carta. Escrita aproximadamente en el año 51 d.C., Pablo, refiriéndose a su experiencia con los primeros conversos de Macedonia dice lo siguiente:

9ellos mismos, hablando de nosotros, cuentan qué acogida nos hicisteis, cómo abandonando los ídolos os convertisteis a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero 10y aguardar la vuelta desde el cielo de su Hijo, al que resucitó de la muerte, de Jesús, el que nos libra del castigo que viene. [Texto utilizado: La Nueva Biblia Española].

                En este texto se hace explícita la conexión entre "el castigo" inexorable, un juicio escatológico para quienes se oponen a Dios, y el inminente retorno desde el cielo de Jesús resucitado. La idea de que Jesús regresaría pronto (también denominada parousía o "presencia") constituía un elemento de gran importancia en la predicación cristiana primitiva y, con toda probabilidad, es el significado fundamental que subyace tras la frase Marana tha ("Señor nuestro, ¡ven!").

                Varios pasajes de los evangelios atribuyen este sentido de un final inminente al mismo Jesús. Por ejemplo, Mc 8,38-9,1, presenta a Jesús hablando sobre el eschaton al grupo nuclear de sus discípulos en los siguientes términos:

38 Además, si uno se  avergüenza de mí y de mis palabras ante esta generación idólatra y descreída, también el Hombre se avergonzara de él cuando llegue con la gloria de su Padre entre los ángeles santos.
9 1Y añadió:-Os aseguro que algunos de los aquí presentes no morirán sin haber visto llegar el reinado de Dios con fuerza.  [Texto utilizado: La Nueva Biblia Española].
                 También encontramos en el evangelio de Mateo la convicción de que este final escatológico se cumplirá en tiempos de la primera generación del movimiento. En sus instrucciones sobre la predicación a los discípulos, leemos: (Mt 10,5-7.22-23)
  
5 A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones:
                   - No toméis el camino de los paganos ni entréis en ciudad de samaritanos;
6 mejor es que vayáis a las ovejas descarriadas de Israel. 
7 Por el camino proclamad que está cerca el reinado de Dios,
22 y seréis odiados de todos por razón de mi persona; pero aquel que resista hasta el final, ése se salvará.
                 23 Cuando os persigan en una ciudad, huid a otra, porque os aseguro que no habréis acabado con las ciudades de Israel antes que vuelva el Hombre. [Texto utilizado: La Nueva Biblia Española].
                 El hilo conductor de todas estas afirmaciones parece ser la inminente llegada del reino. La instrucción de Mateo añade otro elemento: el mensaje está destinado solamente a los judíos. Esta idea refleja, probablemente, una fase primitiva del movimiento en la que estaban excluidos quienes no eran judíos, incluidos los samaritanos, lo que podría concordar perfectamente con algunas de las resonancias del contexto lingüístico y cultural  arameo que ya hemos visto. El hecho de que el movimiento se entendía inicialmente de este modo se ve confirmado por la confrontación que tuvo lugar entre Pedro y Pablo sobre el tema de si podía o no admitirse a los gentiles en el grupo (Gál 2,11-15 [ 11Pero cuando Pedro fue a Antioquía tuve que encararme con él, porque se había hecho culpable. 12Antes que llegaran ciertos individuos de parte de Santiago, comía con los paganos; pero llegados aquéllos empezó a retrarerse y ponerse aparte, temiendo a los partidarios de la circuncisión.
                    13Los demás judíos se asociaron a su ficción y hasta el mismo Bernabé se dejó arrastrar con ellos a aquella farsa. 14Ahora que cuando yo vi que no andaban a derechas con la verdad del evangelio, le dije a Pedro delante de todos:
                   -Si tú, siendo judío, estás viviendo como un pagano y en nada como un judío, ¿cómo intentas forzar a los paganos a las prácticas judías? 15Nosotros éramos judíos de nacimiento, no de esos paganos pecadores, ] Texto utilizado: La Nueva Biblia Española.
               Las instrucciones mateanas sobre la misión nos suministrarán también nuevos indicios sobre la autocomprensión, o ethos, de, al menos, una de las líneas del movimiento de Jesús. La mitad del pasaje presenta a Jesús diciendo: (Mt 10,8-15.34-35):
8 curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios. De balde lo recibisteis, dadlo de balde.
                  9 No os procuréis oro, plata ni calderilla para llevarlo en la faja;
10 ni tampoco alforja para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón, que el bracero merece su sustento.
                  11 Cuando entréis en un pueblo o aldea, averiguad quién hay allí que se lo merezca y quedaos en su casa hasta que os vayáis.
                  12 Al entrar en una casa, saludad.
13 Si la casa se lo merece, que la paz que le deseáis se pose sobre ella; si no se lo merece, vuestra paz vuelva a vosotros.
                  14 Si alguno no os recibe o no os escucha, al salir de su casa o del pueblo sacudíos el polvo de los pies.
15 Os aseguro que el día del juicio les será más llevadero a Sodoma y Gomorra que a aquel pueblo.
34 No penséis que he venido a sembrar paz en la tierra: no he venido a semrar paz, sino espadas;
35 porque he venido a enemistar al hombre con su padre, a la hija con la madre, a la nuera con la suegra; [Texto utilizado: La Nueva Biblia Española]
              
 En este pasaje encontramos cuatro elementos más:
1. Los seguidores de Jesús han de realizar milagros, pero gratuitamente.
2. Han de ser itinerantes, vijando sin comida, ni alimento ni otra posesión.
3. Han de apoyarse en la hospitalidad de quienes de buena gana aceptan su mensaje sobre la llegada del reino.
4. Serán odiados y rechazados por algunos (relacionados escatológicamente con los habitantes de Sodoma y Gomorra) y su predicación suscitará el enfrentamiento y la disensión en las familias.
             Los últimos elementos son especialmente característicos de un movimiento sectario cuyo objetivo es persuadir a los miembros de su propia cultura para que asuman una serie de ideas nuevas e incluso controvertidas. En esta perspectiva, se le ha denominado, acertadamente, como un movimiento de revitalización apocalíptica. Los dos primeros elementos indican lo que Gerd Theissen ha llamado el ethos del que carece de hogar y se convierte en un hacedor itinerante de milagros, un modelo configurado, en cierta medida, según el propio estilo de vida de Jesús. Se trata, por tanto, de una secta medularmente judía en la que Jesús aparece como su profeta escatológico y como su salvador. Los primeros capítulos de Hechos confirman este sentido básico al informarnos cómo sus primeros seguidores seguían participando diariamente en el templo y practicaban la comensalía, enseñaban y también oraban en sus casas (Hch 2,42-47 [41-47., Hechos de los Apóstoles. Primer esbozo de comunidad. Lc 2 ]; 5,42 []). Hay otros pasajes donde encontramos una semejante adhesión a las formas tradicionales de la piedad judía, como el ayuno (Mt 6,17 [., ], la veneración de la Torá (Mt 5,17-21 [.,
, ]), el estudio de las Escrituras (1 Cor 15,3-4 [ , ]) y la observancia del sabbath (Hch 9,2 []; 17,2 []) y de las fiestas judías (Pascua: Hch 20,6 []; Pentecostés: Hch 20,16 []; cf. 1 Cor 16,8 []). De muchos modos se parecen a cualquier otra secta judía, pero, sobre todo, a las asociaciones domésticas de los fariseos y a los grupos de estudiosos (o haburoth).