La incuestionable influencia que Pablo tuvo en las etapas iniciales y posteriores de la historia cristiana procede, en gran parte, del hecho de que escribiera cartas a sus iglesias. Éstas constituyen los documentos cristianos más antiguos que se nos han conservado, y el esfuerzo posterior por unirlas en un único volumen marcó el comienzo del canon neotestamentario. Antes de que hubiera evangelios existían cartas, y la carta continuó siendo uno de los principales géneros utilizados en la actividad literaria de los cristianos a lo largo de todo el período antiguo. De los veintisiete documentos que forman el Nuevo Testamento occidental, veintidós son, en su totalidad o particialmente, cartas [La mayor parte de ellas son claramente clasificadas como cartas; sin embargo, incluso el libro del Apocalipsis, que, atendiendo a su género, es un apocalipsis, contiene siete cartas a las iglesias (caps. 2-3) como parte de su preámbulo.] Algunas de las cartas tardías del Nuevo Testamento o incluso posteriores (siglo II) se escribieron imitando intencionadamente a Pablo. En ocasiones, por tanto, se le consideró como un modelo literario a imitar, aun cuando, ciertamente, no se habría catalogado así. Más bien, adaptó las formas comunes del género epistolar para hacer frente a determinadas situaciones de sus iglesias, y al hacerlo las utilizó para expresar su creativo pensamiento teológico en nuevos contextos sociales y culturales.
L. Michael White, uno de los mejores especialistas mundiales sobre los orígenes del cristianismo, nos ofrece la asombrosa historia de como el cristianismo se desarrolló. Titular de la cátedra Ronald Nelson Smith de Estudios Clásicos y Orígenes del Cristianismo y director del Instituto para el Estudio de la Antigüedad y los Orígenes del Cristianismo en la Universidad de Texas (Austin). Doble galardón por los documentales From Jesus to Christ: The First Christinas y Apocalypse!.
viernes, 28 de marzo de 2014
Pablo, el escritor de cartas.
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