viernes, 29 de noviembre de 2013

El movimiento de Jesús: un sustrato arameo.

               La expresión "movimiento de Jesús" (en alemán, Jesusbewegung) fue popularizada por el especialista en el Nuevo Testamento Gerd Theissen para referirse a la indagación en los cambios sociales y culturales relacionados con el posterior término "cristianismo" [Su libro The Sociology of Early Palestinian Christianity -Fortress, Filadelfia 1978- se titulaba originalmente en alemán Die Sociologie des Jesusbewegungs -Kaiser Verlag, Múnich 1977-. El término Bewegung ("movimiento") se utiliza frecuentemente en nombres compuestos de esta índole con el sentido de corrientes, grupos o revueltas sociales, religiosas y políticas]. Desde entonces, se ha convertido en una expresión habitual en el vocabulario especializado. Existen varios indicios en el Nuevo Testamento que ponen de manifiesto que su contexto lingüístico, cultural y social original era arameo. El arameo era una lengua prima hermana del hebreo bíblico (como, por ejemplo, ocurre entre el español y el italiano). Se había convertido en la lengua dominante del Próximo Oriente durante los períodos babilónico y persa (608-332 a.C). En los días de Jesús eran muy pocos los judíos que sabían, hablar, leer o escribir en hebreo. En las ciudades judías más grandes, como Séforis, se hablaba fundamentalmente griego y arameo. Por esta razón, se ha pensado tradicionalmente que la lengua materna de Jesús había sido el arameo, aunque es muy probable que dominara un poco el griego. En el año 130 d.C., Paías, el obispo de Hierápolis (en la actual Turquía), parece confirmar esta idea cuando dice que el evangelio de Mateo conservó "los dichos [del Señor] en dialecto hebreo" [Los fragmentos de la obra de Paías se han conservado solamente en la obra del historiador cristiano del siglo IV Eusebio de Cesarea -Historia Eclesiástica 3.29.16; escrita ca. 310-320 d.C-. Papías se refiere, con toda probabilidad, a la lengua aramea, pero esta afirmación resulta problemática, pues el evangelio de Mateo se escribio en griego.].

              El evangelio de Marcos, aunque escrito en griego, presenta al mismo Jesús hablando en arameo. En varios relatos de milagros se recogen sus palabras transliterándolas del arameo y traduciéndolas posteriormente al griego para los destinatarios. Por ejemplo, en Mc 5,41, cuando Jesús resucita a la hija de Jairo, Marcos nos dice: ", , Le dijo [a ella] "talitha cum", que traducido al griego significa "niña, te ordeno que te levantes". De forma semejante, en Mc 7,34 [, , ] se nos dice que las palabras pronunciadas en la curación de un ciego fueron "ephephatha", que significan "¡ábrete!". De nuevo, nos encontramos con un sutil indicio sobre el desarrollo social y cultural del movimiento, pues aunque el Jesús de Marcos hablaba arameo, sus destinatarios no.

             No obstante, no poseemos ninguna colección escrita en arameo de las enseñanzas de Jesús. Todos los evangelios del Nuevo Testamento se escribieron en griego y conservaron las palabras de jesús, casi en su totalidad, en sus formas griegas, por lo que resulta difícil seguirles la pista hasta sus raíces arameas. Aun cuando muchos especialistas admiten que existe una fuente aramea de dichos tras, al menos, algunas de las enseñanzas de Jesús conservadas en los evangelios, sigue siendo difícil encontrar una clara indicación de las auténticas palabras arameas de Jesús [Matthew Blach, An aramic Approach to ghe Gospel and Actas, Clarendon, Oxford 1946. p. 206. Black quería demostrar que la denominada fuente sinóptica de los dichos (o Q) fue escrita originalmente en arameo. Las investigaciones más recientes recelan de esta posición. Cf la sección final de este capítulo].

            Aún así, parece que existió lo que llamaríamos un "sustrato arameo" en el movimiento de Jesús. Por ejemplo, poseemos indicios de que se produjeron tensiones entre los seguidores que hablaban griego y los que no lo hablaban. Este dato se encuentra en un episodio ubicado en los primeros días de la iglesia de Jerusalén (Hch 6,1-6 []). Al crecer la iglesia numéricamente, "hubo quejas de los helenistas contra los hebreos, porque sus viudas eran desatendidas en la asistencia cotidiana" (Hch 6,1). En respuesta a esta demanda, los dirigentes de la Iglesia permitieron que los helenistas eligieran a siete hombres suyos, todos con nombres griegos, para atender esa necesidad. Los dos más famosos eran Esteban y Felipe; a otro, Nicolás, se le identifica explícitamente como un prosélito (es decir, un gentil convertido al judaísmo) de Antioquía. Puesto que resulta evidente que los "helenistas" eran judíos grecoparlantes, el término "hebreos" (griego, hebraioi) debe reflejar en este caso una diferencia lingüística, es decir, aquellos judíos que no hablaban griego. No está claro si el término se refería al hebreo o al arameo, aunque la última opción es la más probable desde un punto de vista histórico.

           Podemos obtener una pista más directa de la existencia de un sustrato arameo no tanto de las palabras de Jesús como del recuerdo de término arameos en la utilización cristiana posterior. Uno de los mejores ejemplos se encuentra en el término abba (fomra determinativa o vocativa de la palabra hebreo-aramea ab, es decir, "padre"), que Jesús utilizó para dirigirse a Dios en su oración del Getsemaní, al menos según Mc 14,36 ("Abba, Padre, todo es posible para ti") [ , ][En ocasiones se ha pensado desacertadamente que esta palabra era un diminutivo que representaba la forma como los niños dicen "papá" o "papi". Este sentido de familiaridad es bastante improbable, y los esfuerzos por fundamentar una reconstrucción de la autocomprensión y la teología de Jesús en este sentido de familiaridad son erróneos. Cf.  Geza Vermes, The Religion of Jesus the Jew, Fortress, Minneapolis 1993, pp. 180-183.] Aunque Mt 26,39 [, ] y Lc 22,42 [] eliminan la palabra abba, dejando solamente el griego "padre" (pater), algunos especialistas opinan que el vocabulario de la oración del Señor (Mt 6,9 [, ]; Lc 11,2 []) -que comienza con "Padre nuestro" o simplemente "Padre" (en los casos encontramos el griego pater)- depende de una versión anterior en arameo que utilizaba abba o una derivación análoga de "padre" como una forma de expresión reverencial.

            Una pista más reveladora de la importancia de la frase "Abba, Padre" puede verse en el hecho de que fue conservada e incluso utilizada por los gentiles grecoparlantes conversos de las iglesias de Pablo. Hay dos pasajes en las cartas de Pablo que reflejan con total claridad este uso:

Gál 4,6 [6Y la prueba de que sois hijos, es que Dios envió a vuestro interior el Espíritu de su Hijo, que grita: ¡Abba! ¡Padre! ]

Rom 8,15 [15Mirad, no recibisteis un espíritu que os haga esclavos y os vuelva al temor; recibisteis un Espíritu que os hace hijos y que nos permite gritar; ¡Abba! ¡Padre! ]

            En los dos casos, Pablo presenta el término en el contexto de la plegaria a Dios, en el que también se menciona el Espíritu. Estas cartas se escribieron entre los años 50 y 60 d.C. a dos grupos grecoparlantes totalmente diferentes, uno localizado en Roma y otro en la región interior de Asia Menor (la moderna Turquía). De aquí  que resulte altamente sorprendente la semejanza de forma y contexto. El hecho de que se mantuviera el elemento arameo en los dos textos es un testimonio evidente de que se conservó en la tradición oral. Parece tratarse de una especie de fórmula de oración utilizada en las iglesias de Pablo porque se pensaba que remitía a las palabras o la práctica de Jesús y de sus primeros discípulos. Sin embargo, se cree que quedó en desuso, pues no se encuentra en ningún otro escrito del Nuevo Testamento o de autores cristianos de la primera mitad del siglo II d.C., aunque siguió utilizándose formalmente en algunas fuentes rabínicas posteriores.

          Un último indicio de la existencia de ideas y términos arameos se encuentra 1 Cor. Al final de la carta, Pablo presenta los típicos saludos y exhortaciones y, luego concluye diciendo: 1 Cor 16,21-24 [] "21La despedida, de mi mano: Pablo. 22El que no quiera al Señor, fuera con él. Ven, Señor. 23El favor del Señor Jesús os acompañe. 24Mi amor cristiano os acompañe a todos." La fórmula de maldición da al conjunto un tono duro, pero la frase que hemos traducido como "¡Ven, Señor!" nos da una pista importante. Estas palabras están escritas en griego como Marana tha, que es otra transliteración de una frase aramea [Puesto que se trata de una frase transliterada, no sabemos con total certeza qué forma de sustrato arameo se encuentra en ella. En general,  se ha pensado que procede de marana tha ("Señor nuestro, ¡ven!"), pero también podría traducirse como maran atha, lo que daría la traducción "nuestro Señor ha venido" o "nuestro Señor viene". Sin embargo, la mayoría lo ha entendido en el primer sentido, es decir, con su llamada en imperativo para que llegara el Señor]. También tiene importancia el modo en que Pablo la utliza en este momento, pues se encuentra como una especie de sello colocado sobre la fórmula de maldición anterior. Puesto que Pablo no hace intento alguno por traducir la frase, hemos de suponer que sus destinatarios la conocían y sabían lo que significaba, sin lugar a dudas por la misma predicación de Pablo. Nos encontramos, por tanto, con otro testimonio de una tradición oral que conserva elementos arameos. De mayor importancia es la connotación religiosa de la frase, puesto que transmite una intensa expectativa apocalíptica en un contexto predominantemente grecoparlante y mayoritariamente gentil.

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Des-brumando los orígenes cristianos.

         Incluso el mismo libro de los Hechos llama la atención sobre el hecho de que aún no se habían desarrollado ciertas ideas en los estadios más antiguos del movimiento. Por ejemplo, en Hch 11,26 se nos dice: "lo encontró y se lo llevó a Antioquía. Vivieron un año entero con aquella comunidad instruyendo a una multitud considerable, y fue en Antioquía donde por primera vez los discípulos fueron llamados "cristianos". En griego, christianoi. Ahora bien, ¿qué nos dice este comentario? El significado más evidente es que el término principal con el que actualmente denominamos al movimiento fue conocido o utilizado muchos años después de que éste comenzara. Y el término no apareció en Galilea ni en Jerusalén o en Judea, donde Jesús había vivido y muerto y donde incluso el mismo libro de los Hechos dice que comenzó. En su lugar, el término "cristiano" se utilizó por primera vez en Antioquía, la capital de la provincia romana de Siria, una ciudad totalmente griega. Tampoco está claro cuándo surgió este nombre. Podría fácilmente haber surgido unos cuarenta o cincuenta años, o más, después de la muerte de Jesús. El misionero Pablo, que vivió y trabajó en Antioquía durante algún tiempo (Gál 1,21-2,14 [ ,   ,   , ]), nunca utilizó este término; tampoco aparece en ninguna otra fuente, cristiana o no, antes de la época en la que se redactaron los Hechos. Finalmente, el sustantivo derivado "cristianismo" (christianismos), en cuanto designación de la misma religión, no aparece antes de los años 112-115, curiosamente también en relación con Antioquía [Nuestra fuente en este punto se encuentra en Ignacio, obispo de Antioquía, que escribió cartas a las iglesias de Asia Menor y Roma mientras se encontraba de camino para sufrir su muerte martirial en Roma. Sobre su utilización del término christianismos, cf. Magn. 10,1-3, donde lo pone al lado de "judaísmo" (ioudaismos).]

              Por consiguiente, ¿cómo se denominaron los seguidores de Jesús durante aquellas primeras décadas en las que aún no se había acuñado el término "cristiano"? Lo más probable es que se consideraran sencillamente devotos o fieles judíos. Otros nombres que encontramos en los primeros capítulos de Hechos, como, por ejemplo, "el camino" (Hch 9,2 ; 19,23 ), encajan con una identidad judía sectaria (Hch 24,14 ); algunos utilizaban la expresión "secta de los nazarenos" [Especialmente en Hch 24,5.14; 28,22, mientras que Hch 5,17 y 15,5 utilizan el término hairesis para referirse a las "sectas" de los saduceos y los fariseos, respectivamente (cf. Hch 26,5). Josefo emplea el mismo término para referirse a los fariseos, los saduceos y los esenios en Antigüedades 13.171-173 y en la guerra de los judíos 2.119-166], Incluso el término "iglesia" en griego, ekklesia, "asamblea" o "reunión"; Hch 8,3; 9,11; 11,22.26), que se aplicaba a los consejos de las ciudades griegas, fue también utilizado habitualmente por los judíos grecoparlantes para referirse al pueblo judío en su totalidad o a las congregaciones judías individuales. Por lo tanto, "iglesia" (griego, ekklesia) y "sinagoga" (griego, synagoge) eran originalmente sinónimos.

             Así pues, al examinar otra vez el nuevo término tan peculiar de "cristianos" (christianoi) hemos de preguntarnos por su significado y su procedencia. El término procede claramente del sustantivo christos, que es la traducción griega literal del título hebreo messiah. Ya hemos visto que su invención se debió a un desplazamiento cultural hacia un ambiente grecoparlante. Sin embargo, la terminación -ianos (plural, -ianoi) parece proceder del latín (-ianus; plural, -iani). Este sufijo se utilizaba para designar a los seguidores de un determinado líder o bando, o a quienes nosotros llamaríamos partidarios. En este sentido, nos encontramos con términos como caesariani o pompeiani, es decir, los partidarios de Julio César o de Pompeyo en la guerra civil. En la parte oriental del Imperio romano, este sufijo se integró directamente en el uso griego; así, a los partidarios de Herodes se les llamaba herodianoi ("herodianos"), como observamos en Josefo [Antigüedades Judías 14.15] y los evangeliios (Mt 22,16 , ; Mc 12,13 , , ). Por consiguiente, el nuevo término christianoi significa "partidarios o defensores de Cristo".

           Sin embargo, el sufijo -ianus tenía, por lo común, una connotación política, por lo que los especialistas piensan que no fue acuñado por los mismos cristianos, sino, más bien, por los funcionarios romanos de ciudades griegas como Antioquía, quienes lo utilizaban en sentido despectivo. Era una calumnia que lanzaban a los seguidores de Jesús los que no pertenecían al movimiento. Así pues, no queda claro si inicialmente se pretendía catalogarlos como "el partido de Jesús que es llamado el Cristo" o simplemente como "el partido que se adhiere a, o sostiene, un mesianismo". Sólo mucho tiempo después se revalorizaría esta calumnia como señal de honor y se adoptaría como el nuevo nombre del movimiento.

         Este cambio indica otro importante desplazamiento en el contexto cultural y la autocomprensión de los seguidores de Jesús.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

El redescubrimiento de las tradiciones orales más antiguas.

              El problema reside en que las tradiciones orales son, frecuentemente, difíciles de reconocer o aislar porque han sido entretejidas en relatos más tardíos, como Lucas y Hechos. Tomemos como ejemplo la tradición de la "última cena" de Jesús. Los tres sinópticos nos presentan este episodio como una celebración de la Pascua en la que Jesús instituyó el memorial de la cena del Señor, pero existen algunas diferencias en los tres relatos [Mt 26,26-29 , ; Mc 14,22-25 , ; Lc 22,15-20 . Nótese que Lucas nos presenta otra cpa antes del pan y también otros comentarios de Jesús (Lc 22,16-17)].

            Sin embargo, el evangelio de Juan afirma con toda claridad que la última cena no fue un banquete pascual y no menciona la institución de la cena del Señor. Por tanto, resulta harto difícil discernir la tradición más antigua basándonos solamente en los relatos evangélicos. No obstante, la cena fue una práctica primitiva entre los seguidores de Jesús, y este hecho recibe una confirmación clara y muy antigua en la tradición oral, al menos en lo que alcanzamos a identificar como materiales que pertenecen a ella.

          Los escritos más antiguos del Nuevo Testamento son las auténticas cartas de Pablo, escritas entre los años 50 y 60 d.C. Por consiguiente entre veinte y cuarenta años más antiguas que los evangelios y Hechos. Puesto que se trata de cartas escritas a congregaciones en determinadas circunstancias, a menudo nos dan bastante información sobre la práctica y la fe cristiana primitiva. Además, nos dicen cómo se utilizaron las tradiciones orales primitivas. Por ejemplo, en 1 Cor 11,23-26 encontramos el relato paulino de la institución de la cena del Señor:

23Porque lo mismo que yo recibí y que venía del Señor os lo trasnmití a vosotros: que el Señor Jesús, la noche en que iban a entregarlo, cogió un pan, 24dio gracias, lo partió y dijo: "Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros; haced lo mismo en memoria mía", 25Después de cenar, hizo igual con la copa, diciendo: "Esta copa es la nueva alianza sellada con mi sangre; cada vez que bebáis, haced lo mismo en memoria mía". 26Y de hecho, cada vez que coméis de ese pan y bebéis de esa copa, proclamáis la muerte del Señor, hasta que el vuelva. [Traducción de la Nueva Biblia Española].

           Este relato es, claramente, muy semejante al de los evangelios sinópticos, pero se escribió mucho tiempo antes que el que encontramos en ellos. Como veremos, 1 Cor fue escrita probablemente en el 53-54 d.C y era una de las cartas más antiguas de Pablo.

          Podemos reconocer que se trata de una tradición oral a partir del modo en que Pablo la introduce. Utiliza la fórmula "recibí.. os lo transmití a vosotros, que...". Pablo usa la misma fórmula en orden inverso en 1 Cor 15,3-7:

3Lo que os transmití fue, ante todo, lo que yo había recibido: que el Mesías murió por nuestros pecados, como lo anunciaban las Escrituras, 4que fue sepultado y que resuctió al tercer día, como lo anunciaban las Escrituras; 5que se apareció a Pedro y más tarde a los Doce. 6Después se apareció a más de quinientos hermanos a la vez: la mayor parte viven todavía, aunque algunos han muerto. 7Después se le apareció a Santiago, luego a los apóstoles todos. [Traducción de la Nueva Biblia Española].

           Al repetir la tradición oral de la pasión y resurrección de Jesús. La primera parte de esta fórmula -"recibí...os lo transmití a vosotros"- se utiliza habitualmente para comunicar una tradición oral, un dato que también encontramos en las fuentes rabínicas. En ocasiones se le denomina fórmula sintética de la tradición [La palabra "transmitido" en griego es una forma verbal del sustantivo "tradición" (paradosis).] El término "que" funciona en griego como unas comillas para introducir el discurso directo o una cita. Con otras palabras, esta fórmula nos indica que las palabras que siguen inmediatamente al término "que" forman parte de la tradición oral citada. Puede verse esto mucho mejor si presentamos gráficamente estos dos pasajes clave:


             El modo en que Pablo apela a la tradición oral más antigua implica que los destinatarios ya estaban familiarizados con ella, con toda probabilidad gracias a la propia predicación del apóstol. La utilización de estos elementos de tradición oral desplaza el relato paulino a una fase incluso más antigua -al menos a los años cuarenta-. Por tanto, nos encontramos mucho más cerca de la época de Jesús y dentro de la primera década, más o menos, del movimiento. También nos enseña algo sobre el carácter de la misma tradición oral. Por una parte, se percibe un gran respeto por la tradición y el modo en que prosigue en la vida de las iglesias primitivas. Hemos de asumir, por tanto, que se trata del mismo tipo de fuentes que también contribuyeron a la compilación de los evangelios y Hechos.

          Por otra parte, encontramos algunas diferencias notables. En el relato que hace Pablo de la tradición oral de la "última cena" no se menciona la Pascua. Una atenta mirada a la sección 4 de los materiales orales hallados en 1 Cor 15, a saber, las apariciones de Jesús, pone también de manifiesto un grado de fluidez en la tradición. Concretamente, las dos apariciones de las que nos informa Pablo -a los "quinientos hermanos" (4b) y a "Santiago [el hermano de Jesús] y a todos los apóstoles (4c) -no se encuentran en los evangelios ni en otras fuentes cristianas posteriores. Parecen haber desaparecido de la tradición oral [Algunos especialistas sostienen que el milagro de las lenguas en Pentecostés (Hch 2,1-4 ) es una variante tardía de la aparición a los quinientos, pero si realmente fuera así, entonces constituiría, más bien, un cambio radical en la historia.]. Incluso la aparición "a Pedro y los Doce" no carece de problemas con respecto a los relatos evangélicos posteriores, puesto que la traición de Judas y su muerte (Mt 27,3-10, ; Hch 1,15-26 ) implica que todas las apariciones de los evangelios fueron experimentadas, como mucho, solamente por once de los primeros discípulos de Jesús [Cf. Mt 28,16 (11); Lc 24,13-32 (únicamente 2); 24,33 (11); Hch 1,26 (11); Jn 20,19-25 (solamente 10); 20,26-29 (11); 21,1-3 (solamente 7).]